sábado, 4 de enero de 2014

Canción de amor y espuma de cerveza

- ¿Cara o cruz?- preguntó la mirada. Escarcha en el espejo colgado, y una lágrima en el despertador. 

No hubo respuesta a la pregunta formulada. No hubo un sí, pero tampoco, un no. Un quizá, tal vez. Es posible, ¿por qué no? Le dolía tanto el corazón... Ojalá le hubieran diagnosticado un infarto, pero el destino solo quiso que fuera mal de amor. Sin pócimas milagrosas que mitigaran el dolor. Sin remedios mágicos. Silencio antagónico mezclado con alcohol. 

Lanzó la moneda al aire. Y, salió luz. Abrió los ojos. Y le vio. 

Apareció así, sin más, sin sentido, sin una explicación. Como arcángel del silencio, como tormenta de verano en el balcón. Repentino, Eros prohibido, torbellino de estío. 

Y sonrió. 

Por primera vez, la sonrisa no dolía, y la mirada brillaba sin temor. Él estaba ahí, mirando al infinito. Ojos de azabache sobre tez de sol. Cara de niño, alma de guerrero. Éxtasis del sentimiento, que esa noche brotó. Maravilloso. Único. Dios del aliento prohibido. Atracción hiperbólica, sonrisa quimérica, adoración metafórica. Un sueño frente a frente. El libro en blanco, y una gota de tinta en la pluma de gato. 

Sin saber cómo, sin saber por qué, su cuerpo imantado era atraído por él. Sin remedio, sin Norte. Solo él. Y todo su Universo se concentró en ese instante, en el que se atraparon piel con piel. Inconscientes, locos trapecistas que bailaron juntos a la luz del amanecer. 

Velas moradas sobre el mantel. 

Tacto con tacto. Y el alma erizada bajo el edredón. Sentimientos a flor de piel. Fragilidad extasiada. Y un canto en el silencio a la luz de las miradas. Sensualidad entre besos. Almas reencarnadas en ave Fénix, entre las sábanas enmarañadas. 

Tomó su mano, y dibujó un corazón en la línea de la vida. Besó sus párpados, acarició su pelo y se desnudaron frente al espejo. No eran cuerpos, eran almas desnudas bajo la luz de la luna. 

"Quiero ser tu musa". "Quiero que seas mía". Y sus pulsos comenzaron a escribir la historia: "desayunar no es tan fácil como parece". Un "te espero" en el balcón. "Volveré". "Has arrancado el alma de mi piel. Soy tuya. Irreparablemente". 

El folio en blanco se comenzó a tejer. Como manta de sofá después de comer. 

- Ya te echo de menos- susurró, mientras se perdía su silueta en el umbral. Se acurrucó en el hueco vacío de sus besos, aún caliente. Y suspiró. 

Canciones de amor y espuma de cerveza. Sonrisas al despertar. Y el estribillo que quiere volver a sonar. Irremediablemente.