sábado, 8 de marzo de 2014

El verso de la noche prohibida

A veces, me pregunto cómo será sin mí la vida. Y, entonces comprendo que será igual que hoy. Volverá a salir el sol, las tormentas retumbarán en los cristales, y el cascabel del gato no dejará de sonar. 

Sólo seré un recuerdo del ayer, que se marchita en el reloj colgado. Una sombra en el jarrón vacío. Un eco mudo en las palabras que dije; y un estruendoso abismo, en las que no dije. Maldito ser que es sin ser, sin son, sin más, sin menos, sin por, sin para, sin ton, ni son. Sin mi. Sin tigo

Quizá, alguien recuerde mi risa, tiempo después, o mi sonrisa: espejo de la mona lisa. Mi humor quimérico y antagónico pasará desapercibido entre las flores del mar. Y será sirena el llanto perpétuo, tan sólo porque sabe a sal. 

Y, es que, sólo soy una hoja seca, que cae en el camino de tus zapatos al pasar. Vuela ligera, porque se siente caer. Sin miedo, sin prisa. Sin peso. 

Volar, como cometa libre, trazar poesía entre tus párpados. Soy manos de hueso triste, que sangran cada letra que escriben. El alcohol de una copa de cava, frente al abismo de una balada muda. 

Y marcharé sonriendo, entre el llanto del insomnio. Seré brisa al amanecer olvidado. Seré el olfato del café recién azucarado. 

Pero siempre nos quedará la poesía. Y, tú seguirás siendo el verso de la noche prohibida.

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