lunes, 17 de marzo de 2014

Frente a frente

Suena una sonrisa en el umbral de tu mirada, de esa guitarra olvidada en el cajón de tus camisas. Las ganas de volar se acercan al balcón de la nostalgia, que se diluye- sin prisa- como el café de la mañana. 

Ya no hay brisa húmeda entre mis párpados, que te susurran, al mirarte a los ojos, un "te quiero" de azúcar y sal. Ya no hay tormentas en el cristal, ni despertares enlatados entre el vino oxidado. Heridas en el carnet de identidad, cicatrices en la copa del limbo amargo.

Frente a frente, sin miedo a vivir, sin miedo a soñar, sin miedo a agonizar una vez más. Simplemente, luz en la mirada, sentimientos que rasgan la noche, despertares de loto -que sobreviven al alba-. 

Renacen las olas de este mar anclado, con la fuerza de las rocas que, un día, las arroyaron. Esta vez, seremos arena de mar, sirena varada, que escapa de la realidad. Y construiremos nuestra historia, sin prólogos ni epopeyas históricas, sin epítetos viciados por la normalidad casuística del dejarse llevar. Nacer de nuevo, mano con mano, alma con alma, piel con piel, hueso con hueso. Tu y yo. Presente. 

Y, seremos un cuento de una noche de invierno, que florece en primavera, crece en verano, supera el otoño y renace en la estrella del Sur. Vientos de poniente: desnudos frente a frente.

sábado, 8 de marzo de 2014

El verso de la noche prohibida

A veces, me pregunto cómo será sin mí la vida. Y, entonces comprendo que será igual que hoy. Volverá a salir el sol, las tormentas retumbarán en los cristales, y el cascabel del gato no dejará de sonar. 

Sólo seré un recuerdo del ayer, que se marchita en el reloj colgado. Una sombra en el jarrón vacío. Un eco mudo en las palabras que dije; y un estruendoso abismo, en las que no dije. Maldito ser que es sin ser, sin son, sin más, sin menos, sin por, sin para, sin ton, ni son. Sin mi. Sin tigo

Quizá, alguien recuerde mi risa, tiempo después, o mi sonrisa: espejo de la mona lisa. Mi humor quimérico y antagónico pasará desapercibido entre las flores del mar. Y será sirena el llanto perpétuo, tan sólo porque sabe a sal. 

Y, es que, sólo soy una hoja seca, que cae en el camino de tus zapatos al pasar. Vuela ligera, porque se siente caer. Sin miedo, sin prisa. Sin peso. 

Volar, como cometa libre, trazar poesía entre tus párpados. Soy manos de hueso triste, que sangran cada letra que escriben. El alcohol de una copa de cava, frente al abismo de una balada muda. 

Y marcharé sonriendo, entre el llanto del insomnio. Seré brisa al amanecer olvidado. Seré el olfato del café recién azucarado. 

Pero siempre nos quedará la poesía. Y, tú seguirás siendo el verso de la noche prohibida.