domingo, 20 de octubre de 2013

November rain

He llorado todos los mares. Me he fundido con el agua de los charcos de ese atardecer, en el que descubrí a mi sombra como única compañera de viaje. Un billete de ida a ninguna parte. Nada en la maleta, un comienzo sin equipaje. 


Ya no existen los despertares con sonrisa, las noches de vida, ni los días soñando. Se esfumaron en la brisa del llanto. Y me quedé petrificada, contemplando la nada del horizonte lejano, anclada en un puerto sin barcos, sin mareas y sin vientos. Sin sal. Sombra y nada. Excursión a ninguna parte. Una pecera vacía. Un reloj parado. 



He sangrado las arterias de la vida, oxigenado el aliento cansado. He nacido cien veces y me he enamorado. He vivido sueños inolvidables quebrados. He sentido, he ardido, he palpitado, he luchado, he reído, he amado. He agonizado cien veces y he muerto alguna de ellas. Veo tus cartas y subo 15. Mi corazón apostado, el esperpento de Goya.



Me devuelve la mirada el espejo apagado. Ya no hay luz en las palabras, eco solitario al alba. Y vuelvo a morir una vez más. Muñeca de trapo. 



Soledad en compañía. Espuma de cerveza. Ver salir el sol al volver a casa. Te dí todo lo que tenía: nada. Carmín en los labios, camisa de seda, tacones lejanos, una mirada apagada y frío en los pasos. Y se cerró el telón. Aplausos. 



Ya no recuerdo el color de tus ojos. No hay tacto en la piel. Un alma herida, deshecha, brutalmente dormida, marchita. 



No hay colores en el limbo. Ni sueños prohibidos. Metástasis del silencio. Extremaunción de los sentimientos y un beso robado. Las cuerdas rotas de una vieja guitarra. "Una vela en medio de la tarta que se quiere consumir", sin ser capaz de pedir un deseo.



Llueve. Se acerca noviembre. 


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