martes, 17 de diciembre de 2013

Sueños de arena y sal

Erase un hada alada con alas de papel. Suspiro que dibuja esperanza en la almohada. Pálpito cruel del despertar y un te echo de menos en la mirada. Tormenta en el reloj. "Quiero más". Encuentros fugaces que sobreviven al alba.

- No hay vacío aunque no estés: tu recuerdo inunda la Nada. 

Palabras que no dijo difuminan el ayer, que se tiñe de esperanza dorada, pintando los sueños desvanecidos al compás de cada relámpago estallado bajo sus pies. 

- Me haces sentir mujer, dulce sol. Yo sólo soy un hada herida, viento inconquistable, alma indomable, furia inaudita, caramelo de azúcar, algodón naranja. Amanecer solitario que te espera, que te busca entre las sábanas anidadas, y que vuela. Que te siente, que te quiere, que dibuja letras de miel en tu espalda. Que te piensa, que te reza. Soy tuya. Solo tuya. Incomprensiblemente. Sin querer nada más, sin esperar nada a cambio, sin motivos ni porqués, salvo tu mirada. Como papel que lleva el viento, como espuma de mar. 

Al calor de sus rayos, sus alas cobraron vida. Se hicieron fuertes en la silueta que dibujaba su sombra maltrecha en la pared. Como un perchero de escarcha. 

El sol la miró despistado, con la fuerza de un león, con los ojos del deseo, cómplice mirada del abismo. Juego de azar donde los dos ganaron la partida. Y se hizo la magia que les dio la vida. 

-Tú y yo: presente. Y, la realidad que espere. 

Sueños de arena y sal. Una sonrisa compartida. 

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