viernes, 12 de julio de 2013

Ojos sordos

Me juego la vida en cada mirada. Abrir los ojos es apostar a la ruleta rusa. Como si cada segundo disparara una pistola cargada con una sola bala de plata que mata, o que da la vida. Sin salida. Soy una de esas causas que la sociedad proclama como "perdidas". 

Un cruce fortuito puede llegar a enamorarme para siempre, o desencadenar un final, tan brutal, que impida un principio. Paso la vida entre andenes. Sin encontrar el sentido del tren, perdida en la estación, sin rumbo. Errando solitaria, sin equipaje. En estado de espera, en el shock de la luna llena que no amanece. 

Hasta que salga el sol de esta noche eterna. 

Soy capaz de vivir una vida entera con tan solo posar mi mirada en una mirada que brilla. Soy capaz de ver con los ojos, lo que solo sueño de noche, cuando estoy dormida.

Me juego la vida en cada mirada. Y es que me enamoro de la mirada prohibida, mientras vivo entre andenes. Esperando al tren que no llega, o que ya ha pasado y no vuelve.

Respondo con una sonrisa pintada a las hadas del bosque al anochecer, porque es en la noche donde reposa el sentido. "Dame una sonrisa al caminar", me dicen. Pero camino sin sonrisa, quizá porque lo hago sin paso. 

Se esconde el sol. Y te vas. Te busco pero no hay despedida. Solo sé que no estás. Quizá porque no has aparecido aún. Quizá porque no existes. 

No hay tango que bailar en esta noche. No hay sonrisa, ni beso, ni despedida. No hay mirada cautiva. 

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