miércoles, 12 de junio de 2013

El espejo

Durante uno de esos atemporales segundos que, a veces, rompen la brecha del tiempo, para permanecer para siempre en la memoria y en el corazón; en uno de esos extraños cruces de caminos sin sentido y de impotencia magnificada, conocí una alma errante errada. 

Pobreza libertina de ideales frustrados. Conformismo incondicional. Fantasma nostálgico de sueños no soñados, que arrastra su cadena, como halo estelar apagado. 

Caminaba cabizbajo en soledad. Ante un cálido saludo, levantaba la cabeza y alzaba sonrisa marchita pintada en el rostro. Como máscara de carnaval en otoño.

Se alejaba de nuevo, seguido por su sombra oscura, que nacía donde acababan sus pies. Como en el río de la vida, vagaba a la deriva. Aprendido por repetición, sin sentimiento ni razón. Costumbre maldita. El camino a la perdición en la farragosa NADA. 

En su relación cotidiana con los demás, tenía tantas razones para vivir que parecía desafiar a la humana mortalidad. Aparente felicidad completa. Racional control, seguridad cotidiana, risa estereotipada permanente. Perfección desbordada. 

Mentira compulsiva...

Sin carencias materiales de ningún tipo, había encontrado esa "zona de confort" en la que, sin saber cómo, dejas de pensar y te limitas a ver pasar los días, que son meses, que son años...

Llegados a esta fase de la vida, los ojos ven, pero no miran. Los oídos oyen, pero no escuchan. La piel se eriza, pero no siente. Dejas de sentirte vivo, sin ser capaz de distinguir el llanto de la risa. Confusión irracional. Muerte súbita de cada segundo, de cada minuto, de cada hora... en el tedioso agonizar de la vida. Mientras te mueres sin haberte sentido vivo. 

Me acerqué a él, atraída por el pesar de su alma, y le ofrecí un espejo. Sus manos, temblorosas, se aferraron a él con fuerza... Sus ojos brillaron... Durante décimas de segundo, gotas de luz arrasaron la nostalgia en cascada a nuestro alrededor... Magia. Ilusión... Vida. Felicidad completa. 

Se vio reflejado en el cristal brillante: lloró, rió, se cuestionó, sonrió, soñó... Consciencia brutal de la realidad viviente. Pasado, presente, futuro... Tiempo. Lealtad. Deuda. El infinito o la nada. Eterna duda. Difícil elección. 

Me sentí tan feliz... Tembló la sombra bajo sus pasos... Parecía querer desaparecer... 

Sin saber cómo, aunque sí por qué, dejó caer el espejo, que se hizo añicos ipso facto, rompiendo, con cada cada trocito, un testigo del asesinato, con premeditación y alevosía, de cada uno de sus sueños. 

Se alejó caminando cabizbajo, sin sentido, sin rumbo, sin pausa, sin vida... Seguido de una sombra oscura que comenzaba detrás de sus pies. Más negra que nunca. Sin alma. 

Brecha térrea tras sus pasos. Terremoto, falla. 

Se perdió en el horizonte de la desdicha. En ese "estado de confort" que mata. 

Jamás le he vuelto a ver. 

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